Comandante Supremo

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Chavez Vive

miércoles, 21 de enero de 2015

La recomposición del mundo, para vivir viviendo

Parece que este siglo XXI ya adentrado en su segunda década, presenta indicios de la necesidad de profundos cambios en las estructuras civilizadoras alcanzadas por la humanidad hasta nuestros días.
Es evidente que estamos asistiendo a un quiebre del sistema de cosas impuesto por la modernidad occidental, que globalizó sus criterios y se los impuso por medio del mercado y sus referentes (religión, educación, lenguaje, sistemas de gobierno, trabajo asalariado) a casi todo el orbe.
Los síntomas de la decadencia del sistema son evidentes, entre ellos las acciones desesperadas de la superestructura militar que gobierna al mundo desde la época de postguerra, los sucesos en Ucrania, y el cementerio en el que han convertido al mal llamado "Oriente Medio", son hechos bastante demostrativos. Esto indica desesperación y agresividad, en vista de que el modelo impuesto por el "imperialismo planetario" está llevando a la humanidad a un nuevo colapso que podría provocar una hecatombe, en la cual sólo ellos y sus aparatos de guerra saldrían beneficiados.
El papel de la OTAN desde la ya desaparecida guerra fría, ha mutado; ahora es solamente el escuadrón militar de los EE.UU. y sus aliados europeos para quitar y poner gobiernos que le resulten "incómodos".
Muchos estudiosos de estos temas coinciden en que el tiempo que asistimos es de quiebre del sistema de dominación planetaria. La conducción del planeta hacia el agotamiento de sus reservas energéticas es una prueba irrefutable de esta crisis, que no es únicamente a nivel de este recurso; en lo social podemos ver la situación de multitudes de población depauperada que viven en un estado de calamidad humana sencillamente impresionante. En un tiempo en el que el desarrollo de las ciencias y las tecnologías han alcanzado sus momentos de mayor esplendor, paradójicamente, el hambre y la miseria también se han multiplicado exponencialmente. Además, nuevas pestes que amenazan en convertirse en verdaderas pandemias azotan a grandes zonas del planeta; la incertidumbre por nuestra sobrevivencia en el planeta es cada vez más deprimente, día a día las reservas de agua dulce se agotan al mismo ritmo de los glaciares. Habitamos un "mundo donde todo es desechable y provisional"… Sencillamente estamos presenciando la senectud de un estado de cosas que toca las fronteras de lo insostenible.
Ya nadie cree en la supuesta "bondad" de las instituciones internacionales, ellas se han convertido en auténticos "clubes de pinochos" que hacen competencia para ver quién tiene la nariz más grande y luego fijan la mirada en la punta de la misma. Mientras, los pueblos esperan hasta que se convencen sencillamente de que "esperar es de tontos", y se asumen cada vez más como protagonistas de una historia en la cual no necesitan autorización de nadie para escribirla, porque a ellos, como mayoría y como habitantes legítimos de este planeta, les corresponde escribirla, por el bien común de todos y no por el nefasto egoísmo de un ínfima minoría, burguesa y rapaz. Por todo esto, urge inexorablemente, poner fin a estos desmanes.
Desde el sur de nuestra América morena, hemos iniciado un proceso de redescubrirnos, nos hemos propuesto reencontrarnos con una nueva ética humana, donde se reconozca al vecino y se respete la vida como el bien supremo de la humanidad. Nos proponemos ganar la libertad como sinónimo de independencia, mandar obedeciendo a nuestros pueblos más que a la mano invisible del mercado, ejercer la toparquía como la forma de ejercer el autogobierno de los trabajadores desde el territorio, en la comuna, es decir, seguimos empeñados en la utopía.
Procesos inéditos como la asunción de un indígena con su sabiduría ancestral en la conducción del pueblo boliviano, representan un buen síntoma, la resonancia que tienen en el mundo los logros de la Revolución Bolivariana iniciada en Venezuela y su obstinada propuesta antiimperialista, con su proceso incluyente, que además impulsa la unidad latinoamericana y del Caribe, constituye una ventana más en este mundo confuso. A estos procesos se ha unido el esfuerzo de los uruguayos con el lenguaje sencillo y sin poses del modesto Pepe Mujica, y tras ellos, los gigantes Argentina y Brasil, cada uno a su modo. Se puede contar a Chile aunque muy tímidamente, y por otro lado, Ecuador y su revolución ciudadana, representan ciertos indicios de que las cosas pintan bien por estos lados.
Ante la actitud ecléctica de la vieja Europa, la decrepitud del imperialismo norteamericano y el avance de nuevos actores del capital internacional que entran en la disputa por la hegemonía y control del mundo, desde Venezuela apostamos por la conformación de una nueva realidad, un mundo que se cimente en la diversidad, una realidad multipolar donde impere la preservación de la especie humana y su ineludible unidad en un planeta que debemos preservar a toda costa, aún con el sacrificio de los indicadores económicos y sus variables macro económicas. En relación a esto, el eco socialismo expresa una propuesta que colocamos en el portafolio, en las libretas de notas y los cuadernos de los niños de cada escuela de este continente, de los intelectuales y los movimientos sociales, campesinos, trabajadores y todo aquél o aquéllos que crean en verdad y con buena voluntad, en que un mundo nuevo y sobre todo un nuevo hombre y mujer es posible, para que comencemos un proceso distinto de culturización y saneamiento de esa unidad hombre-naturaleza, que tan urgentemente reclama la especie humana.

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