Por: Sergio Sánchez
Luego del 6D del pasado año, nuestra Dirección
atraviesa una profunda crisis. Es evidente que la dirección del proceso no ha
salido de la sorpresa ni ha realizado un balance pormenorizado de lo que ocurrió.
Las acciones hasta ahora tomadas a escalas municipales, regionales y Nacional
lo evidencian. Hay una lectura, apenas obvia del 6D que poco a poco se hace
sentido común: La crítica de nuestro Pueblo no es en torno al programa Chavista
sino a su dirección (diferentes direcciones). Basta preguntarle a 100
venezolanos y 90 te contestaran estar de acuerdo con la gratuidad de la
educación, con la gratuidad de la salud, con que los campesinos labren su
propia tierra, que los comerciantes e industriales tengan ganancias módicas,
que seamos una república soberana y solidaria, que la mujer se libere de la
opresión masculina, etc, etc. Muy pocos plantean que haya que privatizar todo para
desarrollarnos. En el imaginario colectivo está muy bien sembrado un proyecto
progresista y solidario. Pero si preguntamos si están de acuerdo con la corrupción,
con la ineficiencia, con las imposiciones, con la prepotencia, con el
nepotismo, el mismo 90% dirá que está en contra. Hágase la prueba y se
percatara de que el reclamo es a la dirección, ya sea por inacción o por
tolerancia de cosas que no se han debido tolerar.
A esta crisis de dirección que se desarrolla en la
esfera política de la sociedad, se le suma un profundo colapso del modelo
económico rentista construido en los últimos 80 años y que arrastra consigo al
capitalismo de estado edificado en los últimos 10 años. Es capital señalar que
el aparato productivo de un país no se desarrolla en un año, mucho más si
llegamos tan tardíamente al desarrollo del capitalismo mundial. Es necesario
que se debata a profundidad sobre cómo desarrollar este Plan económico manteniendo
la soberanía nacional.
Ahora bien, lo que nos converge a este escrito es
la necesidad de precisar que la situación económica no va a mejorar en un corto
plazo, por lo que la república va a entrar en una suerte de “Período Especial”,
en donde solo los altos niveles de conciencia y organización de nuestro Pueblo,
por un lado y por el otro, la legitimación permanente de la dirección del
Proceso en torno a un Plan para salir de este período y su desarrollo, nos permitirá
mantener a flote la Revolución Bolivariana. No tengo dudas de que la conciencia
de nuestro Pueblo da para soportar este período y más. El paro petrolero,
cuando aún ni se hablaba de Concejos Comunales ni de socialismo, es una clara
demostración de lo que puede lograr un Pueblo cuando es consiente y respalda a
sus líderes porque lo considera en la dirección correcta. Claro que esta crisis
es peor que la del paro petrolero, pero también es mucho más profunda la
conciencia y organización de nuestro Pueblo.
Sin embargo, la dirección de la Revolución no
muestra señales claras de comprender su papel en este cuarto de hora
definitoria que nos queda. La impunidad, la ausencia de debate, las
imposiciones, la persecución a las críticas y la reincidencia en un discurso
panfletario, que no dice nada al Pueblo de cómo salir de esta situación, que no
convoca a la autocrítica fraterna ni a construir juntos soluciones, son señales
inequívocas que algunos miembros de las direcciones nacional, regional y
municipales, así como las direcciones del estado, no han comprendido el mensaje
del 6D y la urgencia del cambio en la forma de hacer política.
Hay que reconocer que la dirección del Proceso no
es homogénea. El papel de Nicolás Maduro y de otros altos dirigentes abriéndose
a la autocrítica y reconociendo problemas medulares es digno de señalar. En muchas
partes aparecen cada vez más Alcaldes, Gobernadores y en general líderes de
alto perfil del proceso sumándose a la necesaria rectificación. Sin embargo,
son esfuerzos y comentarios aun aislados frente al gran aparato del estado. En esencia
sigue plena y rebosante la impunidad de grandes corrientes que le han causado mucho
daño a nuestro Pueblo a escala nacional, regional y municipal. Las denuncias
permanentes terminan aisladas, sin nadie que las escuche y mucho menos que tome
medidas. Los responsables de corregir desviaciones ven para los lados o en el
mejor de los casos, se sienten solos y colapsados entre tantos problemas y no actúan.
No se convoca al Pueblo desde lo cotidiano para construir soluciones, salvo el
llamado general que hacen algunos líderes antes mencionados. Mientras, la
corrupción e indolencia de muchos funcionarios frente a la crisis económica que
se materializa en Mercal, en el transporte público, en las empresas Hídricas,
en el Servicio Eléctrico, en los bachaqueros, en la venta de los carros y la línea
Blanca del Gobierno, está aceleradamente destruyendo la moral de un Pueblo
revolucionario, minando la unidad. Es una bomba de tiempo corto, que redundará
en un aumento de la crítica colectiva y en la desmoralización de las masas aun
dispuestas a defender al Gobierno.
Frente a esta crisis de dirección solo nos queda
dos cosas que puedan salvar en corto plazo al Gobierno: La construcción de un
programa mínimo viable, escrito para todos los venezolanos, que convenza a las
inmensas mayorías que ese es el camino para salir de la crisis económica que
tenemos, con metas y tiempos claros, con una ejecución transparente que todos
podamos juzgar o aplaudir, con sanciones ejemplarizantes para las desviaciones
del mismo. En segundo lugar, un proceso profundo de democratización de la
revolución, lo que implica una separación del PSUV del Estado. Que las masas
organizadas en el Poder Popular y en el Partido pasen a Controlar a los
funcionarios del estado. Que se abran espacios de debate no tutelados por la
autoridad estatal y que lo que prive no sea la defensa automática de la
burocracia. El Pueblo necesita saber que la dirección es capaz de derrotar a la
impunidad, que no se va a continuar con la protección de alcaldes,
Gobernadores, diputados, ministros, directores o Presidentes de empresa que son
vergüenzas ambulantes y recordatorios ignominiosos de la impunidad. Deben “rodar
algunas cabezas” que son lastre para este barco. Lo importante es evitar que el
barco se hunda, pues ya no es conjugable corrupción, ineficiencia e indolencia
con revolución.
Luego, este proceso de apertura democrática, de “batalla
de ideas”, permitirá reorganizar al PSUV, que líderes históricos vuelvan a las
direcciones y que bandidos o funcionarios desinteresados salgan de las mismas. Si
no se reorganiza democráticamente a nuestro Partido Socialista Unido de Venezuela
sumando a tantos lideres claves que hemos dejado en el camino, no tendremos el
instrumento de dirección y orientación para llevar a feliz término este barco
por aguas tan turbulentas como las que estamos pasando. Sencillamente se
terminará de desconectar las Direcciones de las grandes masas y será inevitable
el naufragio. En el PSUV (Dirección Nacional, Direcciones Regionales,
Municipales, CLP, UBCh, etc) no son todos los que están ni están todos los que
son. Abramos las puertas nuevamente, expulsemos el sectarismo y los discursos
panfletarios, convoquemos al país todo, a la unión nacional para la
construcción y ejecución del Plan de desarrollo Nacional.
La pelota está en manos de la dirección. El Pueblo
espera entrar en el juego, tiene la capacidad para hacerlo bien, pero hay que
sacar a varios jugadores que ya no dan más. Abrámonos a la revisión profunda y
fraterna que solos se van a ir los que nos están entorpeciendo y el Pueblo construirá
la nueva dirección con aquellos que estén a la altura del momento histórico que
serán ratificados y los nuevos que emerjan de las luchas. Confiemos en el Pueblo
que es sabio.
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